Hace una semana aparece en mi vida este simpático can, aún no tiene nombre ni objetivo. Ahí estaba con sus ojos desorbitados, la lengua afuera, muy flaco, las costillas se le marcaban como surcos y la cola parecía un collar de finitos huesos. Corre desesperado, completamente sacado, alucinado por la visión del hueso de sus sueños. Es de noche y esta solo, la ciudad lo abandona hasta mañana, cada cual atiende su juego, nadie repara en él, incluso ni él mismo, esta fuera de si.
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